10 definiciones de Felicidad Digital: qué es y cómo puedes llevarla a tu vida
Comparto contigo mis diez definiciones del concepto de Felicidad Digital, para que comprendas qué es y cómo al final puede implementarse e influye en todas y cada una de las facetas y los ámbitos de tu vida

¿Cómo definiría la Felicidad Digital®?

En el episodio de hoy te doy mis diez definiciones del concepto de Felicidad Digital, para que comprendas qué es y cómo al final puede implementarse e influye en todas y cada una de las facetas y los ámbitos de tu vida: empresa, hijos, pareja, autoestima, salud mental, bienestar.

Quizás en ti resuene especialmente una de ellas o quizás todas un poco…Quizás ninguna.

Bienvenido, bienvenida, un día más a Felicidad Digital. Este espacio en el que cada semana compartimos reflexiones, ideas, trucos, tips para que aprendamos a mantener una relación sana con las tecnologías, para que ganemos tiempo, calidad de vida y felicidad.

Esta semana, después de haber impartido una formación en el turno de preguntas, me preguntaba una de las asistentes: «oye, Miriam, esto de felicidad digital, exactamente, ¿tú cómo lo definirías? ¿Qué es la felicidad digital?». Y ahí caí en la cuenta que todavía no te he contado exactamente qué es la felicidad digital. No solamente qué es para mí, sino qué es la felicidad digital para cada una de esas personas que día a día trabaja con las tecnologías, con las herramientas digitales, a las que le preocupa su relación con las tecnologías.

Así que, en el episodio de hoy, me he propuesto en diez sencillos puntos explicarte qué es la felicidad digital y cómo puede beneficiar tu vida.

Comenzamos con el primer punto. Para mí, la felicidad digital es controlar para dejar de ser controlado. Y esto es fundamental. Cuando las tecnologías nos esclavizan, nos hacen esclavos de ellas, cuando dependemos de la tecnología y no podemos vivir sin ella, yo creo que ese elemento tan diferenciador de las tecnologías desde su inicio, que era el ser de utilidad, el ayudarnos, el hacernos la vida más fácil, de repente desaparece y eso queda en un segundo plano.

Entonces, para mí, la felicidad digital en primer lugar es eso: es tomar el control de nuestra relación con las tecnologías.

La felicidad digital para nada es dejar de tener un teléfono, ni cerrar nuestra cuenta de Instagram, ni no tener el email en el móvil. No es necesario. Va mucho más allá.

Es un cambio de mentalidad. Se trata de gestionar el tiempo que pasamos frente a la pantalla, gestionar la relación que tenemos con nuestras apps, con nuestras redes sociales, con nuestro email.

Se trata de tomar el control, de tomar las riendas de nuestra relación con las tecnologías para así poder ser nosotros quienes marquemos los tiempos y no dejar que las tecnologías dicten nuestros pasos.

En segundo lugar, para mí la felicidad digital es saber explotar el lado bueno de las tecnologías. Y es que no hay que demonizar la tecnología. La tecnología no es mala. La tecnología nació para ayudarnos, para facilitar muchos procesos, para facilitarnos el día a día. Y, en esencia, sigue siendo así.

Es decir, debemos saber extraer lo bueno de la tecnología, aplicarlo a nuestra vida y ponerlo a nuestro servicio. Debemos saber utilizar aplicaciones que nos ayuden a reducir las horas que dedicamos a ciertas cosas en el día. Aplicaciones que nos ayuden a organizar nuestras tareas, a no olvidarnos de comprar lo que tengamos que comprar en el súper….

La tecnología no es mala. La tecnología bien aplicada es muy buena y puede ayudarnos a optimizar nuestro tiempo, a optimizar los presupuestos de nuestras empresas, de nuestras casas incluso. Y por eso debemos saber extraer y exprimir el lado bueno de las tecnologías. Eso para mi también es felicidad digital.

En tercer lugar, yo creo que la felicidad digital también es superar la adicción a las pantallas y a las notificaciones. Y también la fobia a ellas. Y es que aquí nos encontramos con algo muy curioso, y es que existen dos tipos de personas: las personas que viven adictas a las notificaciones, que necesitan ese subidón, ese hype de recibir una notificación que nos esperaba, de recibir un like, de recibir un whatsapp y por el lado contrario, el otro tipo de personas que tiene absoluta fobia a recibir esas notificaciones, que sufre estrés cada vez que recibe un email, que sufre estrés cada vez que ve todas las notificaciones del chat de amigos, del chat, del colegio, de los hijos.

Y luego está la persona también, que por qué no decirlo, esa tercera parte de la persona que pasamos de una de las opciones a la otra, de estar adictos a de repente tener fobia. Yo me incluyo en este último grupo.

Entonces, yo creo, que la felicidad digital también es encontrar ese equilibrio. Y es que por lo que te cuento hasta ahora, para mí una de las palabras que mejor definen la felicidad digital es esa: equilibrio.

Porque no hay nada que en exceso o en defecto sea bueno. Es importante superar la adicción y también la fobia. Y esto va un poco relacionado con lo que te decía en el primer punto: va de controlar y no ser controlado.

En cuarto lugar, y esto es muy importante para mí, la felicidad digital es dedicar el tiempo a las personas que más queremos. Y esto es fundamental. Pasamos muchísimas horas a lo largo del. día delante de una pantalla, haciendo cosas que para nosotros son muy útiles o muy necesarias o por qué no, muy placenteras, porque mirar el móvil nos relaja y está de hecho diseñado para ello. La tecnología también se diseñó para ser placentera, para aliviarnos, el estrés, para aliviarnos y distraernos en esos momentos en los que estamos aburrido. Todo ese tiempo que dedicamos a la pantalla, lo estamos restando a otras cosas. Y el problema aquí radica cuando se lo estamos restando a esas personas a las que queremos. Y esto es algo que pasa mucho.

No tengo tiempo de jugar conmigo, no tengo tiempo de sentarme a hablar con mi pareja después de cenar, no tengo tiempo de quedar a tomar un café con esa amiga…Pero, ¿cuánto tiempo has pasado hoy en Instagram? ¿Cuánto tiempo has pasado contestando WhatsApp?¿ Cuánto tiempo has pasado en Netflix viendo una serie? Mucho, ¿verdad?

Imagínate dedicar todo ese tiempo a las personas que queremos y encima que ese tiempo sea de calidad, que ese tiempo sea sin distracciones, sin pantallas. Porque a veces nos pasa que sí pasamos tiempo con esa persona a la que tanto queremos, pero lo hacemos con la cabeza hacia abajo, mirando el móvil o con el teléfono boca abajo, pero dándole vuelta cada cinco minutos a ver si ha entrado alguna notificación.

Es algo que yo hacía mucho. Yo siempre que estaba con alguien tenía el teléfono al lado o el reloj para consultar las notificaciones. Y he aprendido que el tiempo no solamente es el tiempo, sino la calidad del mismo. Por eso para mí ahora es importante dejar el teléfono de lado. Y si estoy cinco minutos hablando con una persona que me he encontrado por la calle, prestarle atención. Y si estoy media hora jugando con mi hijo, prestarle atención, disfrutar de ese tiempo con él, porque para él es importante saber que en ese momento lo importante para mí también es él.

Y hablando de hijos, en quinto lugar, para mí la felicidad digital es ofrecer a nuestros hijos la oportunidad de crear, de imaginar, de crecer sin pantallas, de –por qué no– aburrirse. Parece que eso de aburrirse es malo y todo lo contrario. Cuando nos aburrimos es cuando se ocurren las mejores ideas, cuando nuestro cerebro procesa mejor la información. Necesitamos aburrirnos. El aburrimiento da pie a la creatividad, da pie a la imaginación. Nuestros hijos necesitan aburrirse y también necesitan frustrarse cuando algo no sale.

También necesitan jugar con otros niños a juegos de verdad. También necesitan entender que las cosas no siempre salen bien a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. También necesitan rasparse las rodillas jugando en la calle. Necesitan muchas cosas que una pantalla no puede ofrecerle. Por eso debemos darles la oportunidad de vivir sin pantallas y sin adicción a ellas. Debemos darles la oportunidad de crear, de imaginar, de crearse esas historias en su cabeza, de inventarse juegos, de compartir momentos. Porque de verdad ese tiempo no va a volver. Y eso también es felicidad digital.

Felicidad digital también es superar el qué dirán y la necesidad de contentar a otros. Colgamos contenido en redes sociales, no por placer, sino por el placer que nos da que le guste a los demás. E intentamos no hacernos una foto que no nos guste demasiado no porque no nos guste a nosotros, sino porque no le vaya a gustar a los demás.

Intentamos transmitir esa idea de vida perfecta, de ser el mejor, la mejor, de encajar, de ser parte de algo. Y no pasa nada por no ser así. No pasa nada por no encajar siempre. No pasa nada por no contentar siempre a los demás. A veces necesitamos contentarnos a nosotros mismos y esto nos pasa también mucho con las notificaciones y es algo que he observado muchísimo y que a mi misma también me pasaba. Yo recibía un whatssapp, un email y al momento estaba contestando. Pero vamos, conforme entraba en mi bandeja de entrada, a los dos minutos esa persona tenía respuesta, aunque me viniese fatal, aunque estuviese en el sofá viendo una película, aunque estuviese leyendo o intentando leer un libro.

Mi cabeza me decía: ¿cómo vas a hacer esperar a esta persona? Porque se va a enfadar, porque si no le contesto ahora, qué va a pensar de mí y va a decir que no le contesto. Mi cabeza me hacía pensar que si no contestaba, que si no hacía las cosas en el momento, que si no contentaba a esas personas, estaba con perdón de la expresión, cagándola.

Y luego me di cuenta de que cuando la cagaba era cuando intentaba contentar siempre a todos, en lugar de mirar qué necesitaba yo y cómo contentarme a mí y cómo ser feliz yo misma. Por eso la felicidad digital también es eso: es respetarnos, respetar nuestros espacios, respetar nuestra autoestima y no vivir constantemente pensando en el qué dirán, en el complacer. Porque, de verdad, eso genera una carga de estrés abismal. Y, ¿qué pasa si alguien se enfada porque no contestamos? No pasa absolutamente nada. ¿Qué pasa si recibimos un mensaje de WhatsApp mientras estamos tomando un café frente al mar y no contestamos? Pues oye, ¿qué pasa? Que hemos disfrutado de un café fantástico, maravilloso y que a esa persona no le pasa nada por esperar 15 minutos, una hora o 24.

Y esto me lleva al séptimo punto. Y es algo que está muy relacionado con esto de intentar contentar, de estar siempre complaciendo a los demás, siempre necesitando encajar. Y es algo que le pasa mucho a los adolescentes, que encima suelen tener una autoestima bastante más perjudicada y que necesitan constantemente ser validados por otros, necesitan encajar. Y aquí es importante trabajar ese concepto de felicidad digital. Es necesario trabajar esa versión de la felicidad digital basada en el respeto, en la educación, en el desarrollo de habilidades comunicativas más allá de la pantalla. Debemos transmitirles a nuestros adolescentes que no deben estar constantemente preocupados por encajar, que ellos son maravillosos o maravillosas tal y como son y que no necesitan tener un perfil de Instagram con muchísimos seguidores, ni estar en todos los grupos de WhatsApp y en todos los saraos para ser plenamente felices.

No lo necesitan. Y para mí la la felicidad digital también es eso. Es educar a adolescentes y a jóvenes en el respeto y en la autoestima, en un respeto y en una autoestima que va mucho más allá de los entornos digitales.

En octavo lugar, ya que pasamos tanto tiempo en nuestras empresas, en nuestro trabajo, gestionando nuestros negocios. Para mí la felicidad digital también es disfrutar de un entorno de trabajo agradable, donde las tecnologías están a nuestro servicio y no al contrario. Y esto es algo que además, en los últimos años se ha acrecentado mucho. Hemos transformado empresas rapidísimo, a marchas forzadas. Hemos digitalizado negocios a uña caballo y nos encontramos hoy día con muchísimas empresas que tienen problemas graves con sus plantillas por el síndrome de burnout, de estar quemados. Muchísimo estrés, personas quemadas, personas esclavas de las reuniones de Zoom, personas que le están cogiendo fobia o asco al email. Y esto al final lo que hace es perjudicar la productividad de nuestro negocio, perjudicar los resultados de nuestras empresas. Y por eso, para mí la felicidad digital también debe aplicarse a los negocios.

Y digo también cuando debería decir que es fundamental que se aplique a los negocios, a las empresas. Porque si nuestros empleados tienen una relación sana con las tecnologías. Si nosotros en nuestras empresas, desde recursos humanos, desde gerencia, sabemos aplicar estos conceptos de felicidad digital a nuestro modelo empresarial, generaremos un entorno de trabajo muchísimo más agradable, más afable, tendremos empleados más productivos. Las tecnologías también pasarán a estar al servicio de nuestro negocio y no nuestro negocio al servicio de esas tecnologías. Estableceremos límites y además aplicaremos e implementaremos una transformación digital más coherente, más adaptada a nuestro negocio y, sobre todo, más eficiente para que de verdad nos sirva y no le sirvamos. Por eso es fundamental que Felicidad Digital y Empresa vayan de la mano.

Nos vamos acercando al final y llegamos al noveno punto y esto es uno que a mi particularmente me encanta. Y me encanta ahora, porque hace un tiempo yo hubiese sido absolutamente incapaz de aplicarlo en mi vida. Y es que para mí la felicidad digital también es el modo avión. Y ya te digo que esto, como te comentaba, es algo que a mí me encanta, que me aporta muchísimo.

Hace un tiempo yo hubiese sido absolutamente incapaz de implementarlo. Siempre he sido la típica persona de ir power bank en mano por todos lados para no quedarme sin batería. De hecho, si no tenía cable me compraba hasta power banks de las que se cargan de forma inalámbrica. O sea: un horror.

Yo no valía para estar en casa con el teléfono apagado, no valía para ver una serie sin tenerlo al lado, no valía para leer un libro sin decir «uy, espera, que voy a consultar esta información en el teléfono para ampliar datos». No valía. Pero un día descubrí esto del modo avión y mi vida cambió radicalmente.

Yo suelo practicarlo los domingos. Los domingos apago el teléfono. Lo pongo en modo avión. Paso absolutamente de él. Y es algo que me ha aportado muchísimo, porque ese día lo noto. Estoy muchísimo más tranquila, más creativa. Si necesito enfocarme en algo, me enfoco mucho mejor y además recargo las pilas de verdad. Te animo a practicarlo. Te animo a que cojas un día a la semana y lo practiques, pongas tu móvil en modo avión, aunque sea unas horas y te dediques a disfrutar de todo lo demás.

Al final, a disfrutar de lo que verdaderamente es la vida: a disfrutar de dar un paseo, de leer un libro, de tomarte un té, un café, de mirar una puesta de sol. De vivir, al final. Porque muchas veces nos olvidamos de eso: de que la vida, en realidad, va de todo eso.

Y por último, para mí, la felicidad digital –y aquí viene la definición corta y concisa–, es tener una relación sana con las tecnologías. Una relación que no sea tóxica, una relación que no nos condicione, que no nos esclavice. Porque, al final, como todo en la vida, el exceso y el defecto nunca es bueno. Por eso quédate con esto: la felicidad digital es tener una relación saludable con las tecnologías y por supuesto que sí es posible.

Y hasta aquí el episodio de hoy. Espero haberte explicado, haberte aclarado qué es la felicidad digital y haberte dado también algunas pistas de cómo llevarla a tu vida.

Nos vemos en el siguiente episodio. Puedes consultar qué puedo hacer por ti en mi página web, miriamurbano.com.

Y si necesitas ayuda, consejo, si quieres que unamos fuerza para este año implementar la felicidad digital en tu vida, en tu negocio, en tu familia, contacta conmigo en hola@miriamurbano.com.

Nos vemos la próxima semana para seguir redescubriendo juntos tu felicidad digital.