La adicción del siglo XXI. Así la definen. Su nombre: NOMOFOBIA.
¿Cuántas veces has mirado el móvil en lo que va de día? ¿Es lo primero que haces, de manera instintiva en la sala de espera del médico, en la cola del banco o mientras esperas a entrar a una reunión? Los estudios afirman que, de media, realizamos alguna actividad con nuestro móvil unas 34 veces al día y además apuntan que, muchos de nosotros, sentimos pánico al pensar en no disponer de él o nos estresamos al apagarlo.
Nos ponemos excusas: que lo necesitamos por trabajo, que nos gusta tenerlo cerca por si tienen que avisarnos por algo importante, que no queremos aislarnos de nuestros amigos o familiares. Pero debemos llamarlo por su nombre: a muchos, el móvil nos genera ADICCIÓN. Es así. Y es así porque muchas de las tecnologías y aplicaciones que utilizamos en nuestro día a día están diseñadas para eso: para “engancharnos”. Y tiene su base científica: como la dopamina que genera nuestro organismo al recibir un “like”.
En mi caso, esa necesidad irracional de estar conectada en todo momento (y llevarlo a la práctica estando hiperconectada las 24 horas del día) me llevó a sufrir el mayor cuadro de estrés y agotamiento neuronal de mi vida: de la noche a la mañana perdí el sentido de la vista y estuve así durante semanas. Luego desarrollé el miedo opuesto: fobia a las notificaciones. Pero eso, daría para otro post.
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