A diario, muchas empresas invierten fortunas en diseño de planes estratégicos para su transformación digital. Departamentos enteros, con profesionales de primer nivel, trabajan para buscar soluciones innovadoras: tener la mejor app, un portal web plagado de funcionalidades, la última tecnología, espacios en el metaverso y un largo etcétera. Pero, en un alto porcentaje, pasan por alto el ingrediente secreto de todo proceso de transformación digital: las personas. Porque sí, en ese pequeño espacio donde ambos –tecnologías y personas– confluyen, es donde sucede la magia.
Cuando las tecnologías están hechas por y para las personas y las personas están hechas a la tecnología, todo fluye.