Mucho se habla de los riesgos de la tecnología, de sus consecuencias nocivas, de sus peligros. Poco se habla de la necesidad de reorientar el uso que hacemos de ella. Una de las tecnologías que ahora mismo se encuentran en el punto de mira por este motivo es precisamente la Inteligencia Artificial.
Es probable que hayas oído hablar del sonado caso de las niñas de Almendralejo. Por si no es así, aquí te lo resumo: un grupo de chicos creyeron que sería gracioso utilizar herramientas de generación de imágenes con IA para desnudar a chicas menores de edad utilizando fotos sacadas de redes sociales. No solo eso, sino que además creyeron que sería todavía más gracioso si cabe difundir estas fotografías, publicarlas en páginas pornográficas y en plataformas del tipo OnlyFans. Algunos incluso creyeron que sería un negocio redondo sacar unos cuartos de la broma chantajeando a algunas de las chicas, pidiéndoles dinero a cambio de no difundir sus fotografías.
Un esperpento. Hasta aquí estamos de acuerdo.
Por el momento, han sido más de 20 las menores afectadas. Menores que han visto vulnerados sus derechos y que han visto cómo sus fotografías han sido utilizadas sin su consentimiento para realizar fotomontajes eróticos con Inteligencia Artificial.
A raíz del caso, se ha generado un intenso debate acerca de los peligros de estas tecnologías, acerca de si debería limitarse su uso, de si debería regularse su aplicación.
A finales de 2022, cuando veía la luz ChatGPT, a millones de personas les sedujo la posibilidad de charlar con una máquina. Algunos exploramos sus posibilidades de cara a facilitar nuestras tareas diarias en cuanto a generación de contenidos, creación de estrategias y otro menesteres. Otros, por el contrario, creyeron que esta herramienta gratuita de Inteligencia Artificial era la sustituta perfecta a las horas de esfuerzo redactando trabajos universitarios, libros e incluso noticias falsas –las archiconocidas fake news–. Algunos incluso hicieron sus pinitos para desarrollar malware.
Y aquí sería necesario cuestionarnos: ¿es mala la Inteligencia Artificial o lo que verdaderamente es malo es el uso desinformado e irresponsable que algunos hacen de ella?
Quizás precisamente en una sola palabra de la pregunta anterior, resida la clave: al desinformación.
«Recordemos que la Inteligencia Artificial, como cualquier otra tecnología, es una mera herramienta. Una herramienta en manos de personas que deciden qué uso hacer de ella«
La realidad es que la Inteligencia Artificial ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas, para bien y para mal. Ya no forma parte de un futuro lejano, similar a aquel que se reflejaba en las películas de ciencia ficción con coches sobrevolando nuestras cabezas y robots caminando por las calles. Forma parte de nuestro presente. Un presente tan real como la vida misma.
Es por ello, que urge replantearnos nuestros principios al respecto. Urge crear una cultura cívica y responsable en torno al uso de estas tecnologías.
Tecnologías que, para nada, son tan tiranas como algunos las quieren pintar.
Tecnologías que, bien empleadas, resultan ser maravillosas. No perdamos de vista su aplicación en la medicina para realizar diagnósticos, en la empresa para predecir tendencias y optimizar procesos o en la educación para el diseño de itinerarios y contenidos adaptados.
Recordemos que la Inteligencia Artificial, como cualquier otra tecnología, es una mera herramienta. Una herramienta en manos de personas que deciden qué uso hacer de ella.