A veces la línea es tan delgada, que nos cuesta no cruzarla.
Tenemos el móvil plagado de apps, el navegador con decenas de pestañas abiertas, cientos de programas, miles de archivos en el escritorio (con esto último, especialmente, me entran sudores fríos…). Nos llegan notificaciones emergentes al portátil mientras trabajamos, al móvil, ¡hasta al reloj! Y de repente…¡HORROR! llega el estrés.
En los procesos de transformación digital, no debemos perder de vista que las tecnologías deben estar a nuestro servicio y no al contrario.
¿En qué momento las tecnologías pasan de ser una mera herramienta a ser verdugo? ¿Quién controla a quién?